Ahora, quienes gatillaron o toleraron el acto responden en espejo al discurso del odio, afirmando que somos todxs los demás quienes lo fomentamos. Todo el acervo de incitaciones a la criminalidad –no se trata solo de violencia– que evidenciaron durante estos años, exacerbado pandemia mediante, no hace mella. No pone nada en ningún lugar distinto. Entonces, la discusión no es solo por ahí.
¿Qué nos diferencia? ¿Qué cuestión nos pone definitivamente en otro lugar, no del otro lado del espejo sino en otro lugar? Y ahí tenemos una vez más la irrefutable y extensísima experiencia del campo de los Derechos Humanos, lo que hicimos acompañando a las Madres y las Abuelas frente a la criminalidad obscena de los que gozan con la fábrica de muerte –desde Freud sabemos que con la pulsión de muerte podemos gozar todos en algún momento–.
Creímos en la justicia en la que ellos mismos no creen, aunque muchas veces se ponga de su lado; esperamos por ella aunque llegara tres décadas más tarde. No fue solo una espera, tuvo el estatuto de un acto, de una lucha única, extensa, dificilísima e inédita. Eso se debe a que no podemos hacer cualquier cosa que afecte o diluya los límites. No podemos responder criminalmente en espejo.
Se trata entonces de seguir apostando por la única vía que nos hace diferentes, que es la responsabilidad de cuidar el lazo social que sostiene la posibilidad de discurso, sabiendo que este discurso se da siempre en la lógica del malentendido y que por eso podemos darle diversos sentidos a cosas que en principio parecen inequívocas e incluso, gracias a ello, muchas veces podemos reescribir nuestro propio pasado.
Tenemos una vez más la irrefutable y extensísima experiencia del campo de los Derechos Humanos, lo que hicimos acompañando a las Madres y las Abuelas frente a la criminalidad obscena.
Nosotros estamos plagados de contradicciones, de versiones contrariadas y difíciles, porque eso es lo único que nos queda cuando ya no hay discurso posible del otro lado: creer en nuestros tropiezos y en nuestras faltas de certezas para tejer algo nuevo.
Si tuviera que pensar en un término que defina el momento actual, diría que ellos se quedan con la certeza mortífera y nosotrxs con todo lo demás