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La operación de filiación y su relación con el genocidio

By 25 marzo, 2020agosto 27th, 2021No Comments

Alma  Gutman [1]

 

La operación de la filiación, como operación imprescindible de inscripción de un sujeto en un linaje, es la que posibilita la transmisión del nombre y de los legados. Pero ¿qué ocurre si ésta se rompe, se interrumpe, dando lugar a lo que “no tiene nombre”?

El terrorismo de Estado en nuestro país, sistema que plasmó el genocidio perpetrado por la última dictadura cívico-militar, ha dejado marcas que atraviesan a distintas generaciones. Esas marcas, que muchas veces son mudas, habitan en los cuerpos, tomando algunas veces consistencia a través de la voz de los testigos en los juicios por delitos de lesa humanidad.

Así, los/as sobrevivientes, los/as nietos/as recuperados/as, los y las hijos/as, la lucha iniciada por nuestras Madres y Abuelas, son todas las huellas presentes hoy, y vivas en el acervo de la Memoria colectiva.

Los  psicoanalistas que formamos parte de Territorios Clínicos de la Memoria, causadxs por este decir, nos posicionamos frente a esta interpelación ética, con del deseo de intentar leer las marcas actuales del genocidio en  la filiación.  El genocidio pensado también en sentido amplio, como nombre del horror desencadenado en el siglo XX, en sus distintas localizaciones históricas y políticas, cuestión que nos interesa  interrogar e investigar, en sus avatares y consecuencias clínicas para el Sujeto del inconsciente, en el registro mismo de la lengua, pensada en su dimensión colectiva y singular.

En este tiempo, investigación que anuda genocidio y filiación nos llevó por un recorrido que, anudado por el deseo que nos anima como psicoanalistas, intenta realizar una lectura desde el psicoanálisis, en articulación con otros discursos como el jurídico, político e incluso estatal.

El terror de Estado, como decíamos, interrumpe la operación de filiación, violentando el orden genealógico, lastimando el delicado armado de la lengua y la parentalidad: “La apropiación de niños y niñas durante la dictadura fue un plan sistemático del Terrorismo de Estado que aplicó una lógica extrema consistente en hacer desaparecer no sólo a las personas, sino su filiación y su descendencia”[2]. En  la apropiación y sustitución de identidad, se produce una verdadera supresión genealógica. Allí no podrá haber transmisión, ya que no hay lugar al equívoco ni a la falla, según refiere Rousseaux[3]:

Si la filiación se sostiene en la transmisión de tres generaciones y en la articulación del deseo de la madre y el nombre del padre, ¿qué tipo de transmisión puede darse en la apropiación? En la transmisión se juega un nombre y una imagen. Se trata de la transmisión de un enigma a descifrar. Aquí, al imponerse una verdadera supresión genealógica, que trastoca el impacto estructurante de la filiación simbólica –y teniendo en cuenta las coordenadas particulares que envuelven estos casos–, mi hipótesis es que el efecto de la transmisión falla. La literalidad trágica de esa supresión, pone seriamente en cuestión la posibilidad de transmisión, porque esa literalidad dificulta la construcción del enigma, quedando más del lado de la certeza con su consecuente renegación”.

Más adelante la misma autora refiere que la herencia y la transmisión se juegan en dos órdenes distintos. Lo que se hereda es del orden de un objeto calculable, imaginario-simbólico. En cambio en la transmisión se juega un objeto inestimable[4], escondido, enigmático, real. De allí la transmisión extrae su eficacia, esto es, en lo concerniente a la función de equívoco. Sin equívoco no hay transmisión.

Uno de los interrogantes que bordeó nuestro recorrido en este camino de  investigación fue ¿cómo nos afecta lalengua? En el Seminario  XX, Aún, Lacan nos dice:

“El inconsciente es testimonio de un saber en tanto que en gran parte escapa al ser que habla. Este ser permite dar cuenta de hasta dónde llegan los efectos de lalengua por el hecho de que presenta toda suerte de afectos que permanecen enigmáticos. Estos afectos son el resultado de la presencia de lalengua en tanto que articula cosas de saber que van mucho más allá de lo que el ser que habla soporta de saber enunciado. Lalengua nos afecta primero por todos los efectos que  encierra y que son afectos”.

Así quedan enlazadas, para continuar trabajando, lalengua-los efectos-los afectos que permanecen enigmáticos- el cuerpo-el saber, que escapa al ser que habla.

En este andar, donde se bordeó la cuestión de la transmisión del Nombre del Padre, de los Nombres, en plural, nudo insoslayable de la operación filiatoria de un sujeto, nos interrogamos  sobre la función de lo materno: ¿qué implicancias tiene la afirmación de Lacan en el seminario Aún, cuando señala “lalengua, que no en balde ha sido llamada materna” ¿qué marcas tempranas quedan en el cuerpo, en qué materialidad se soportan esas marcas con el paso del tiempo? En la clínica con sujetos que han sido apropiados cuando eran bebés, o muy pequeños, ¿qué deviene de esas marcas/huellas? ¿Qué de aquel tempranísimo armado erógeno-pulsional que estuvo ligado al deseo de ese primer Otro? ¿Cómo se significan o resignifican estas huellas?

¿Podemos decir que la función materna se basa en la renuncia salomónica? Tal como refiere la historia bíblica cuando el Rey Salomón debe dilucidar entre dos mujeres que disputan la maternidad sobre un mismo niño, y para saber cuál es la auténtica madre ofrece cortar al niño en dos. Una de ellas renuncia y lo cede a la otra con tal que no lo dañen, decisión que da cuenta de su condición de madre verdadera.

En este sentido La asunción de la parentalidad implica una renuncia a la pulsión de apoderamiento[5], como refiere Fernando Ulloa en torno a casos de apropiación. En el terreno del trabajo clínico, esta cuestión también surge con respecto al modo de operar con el límite al deseo materno, cuestión que se liga a la pregunta por el amor hacia un/a hijo/a. En los casos de la clínica ligada a las apropiaciones se hace evidente esta falta de renuncia, a través del discurso de las personas que fueron víctimas de ese delito de lesa humanidad.

Nos adentramos en lo clínico y su complejidad, lo que no se ordena: lo singular del caso por caso, ninguna historia es igual a otra. Como analistas se tratará de interpelar al Sujeto del inconsciente, dar lugar al hallazgo, lo inesperado, lo que no encaja y hacer lugar a la importancia de lo fantasmático y de la novela familiar en los análisis de los sujetos que han sufrido violaciones de derechos humanos. No es posible generalizar los efectos subjetivos, el sujeto está dividido y afectado por el lenguaje, siempre, y es a ése Sujeto al que escuchamos.

En los fundamentos de nuestra investigación[6], marcábamos que  para poder pensar al interior de las marcas del genocidio, las identidades jurídicas forzadas que sobrellevan –además de los sujetos que sufrieron el delito de apropiación de un modo muy diverso–, las/os hijos e hijas de genocidas, tenemos que pensar qué ocurre al interior de cada una de estas subjetividades.

Estas historias, desobedientes, como algunxs de ellxs se han designado en el espacio público, traen un nuevo escenario que toca los modos filiatorios no ya al interior de las marcas del genocidio, tal como lo pensamos hasta acá, sino en el contexto de situaciones que han producido una nueva demanda al sistema judicial para promover la supresión y sustitución de esas identidades que importan un linaje mortífero, tal como refieren Mariana Dopazo y Rita Bagliatti, en los pedidos que ambas hijas de genocidas presentaron a la justicia para quitarse el apellido paterno. La ley entendida aquí en su sesgo ordenador y regulador de los lazos sociales, oficia como instrumento válido, que puede hacer lugar a la posibilidad de filiarse a un nuevo nombre.[7]

En el movimiento de los encuentros, y el trabajo con algunos casos, nos fuimos topando con el problema clínico  que se deriva del discurso de los derechos humanos que conlleva en su interior la categoría de víctima. Este es un punto de partida necesario al interior de la lógica de algunos discursos, como el jurídico. El reconocimiento de la categoría de víctima, por parte del Estado,  es condición sine qua non para poder implementar políticas reparatorias sobre el daño que el propio Estado causó.

De esto se desprende que en estos casos referidos a delitos de lesa humanidad, se pueden poner en juego diversos Discursos, mencionamos al menos 3:

  • el Jurídico: se dirige al sujeto en su condición de Víctima.
  • el del Estado: que interviene con distintos programas de Políticas de reparación diseñadas en respuesta a las exigencias internacionales.
  • el del Psicoanálisis: apunta al Sujeto del Inconsciente.

Se trata del anudamiento de esos tres discursos. En los procesos de restitución de identidad, o también de testigos que deben declarar en juicios de lesa humanidad, habiendo sido víctimas del Terror de Estado, el sujeto estará atravesado de modo complejo por diversos discursos. Se podría decir que el sujeto es hablado por ellos de modo simultáneo.[8]

Es recién en un segundo momento que se podrá dar lugar, eventualmente, a la interpelación del Sujeto del inconsciente: el interrogante respecto a la propia responsabilidad para asumir el modo de “hacer con eso”, con esas marcas. Se trata de una interpelación ética.

El acceso a la identidad con todas las operaciones que moviliza para el aparato psíquico, no está garantido sólo a expensas del dictamen jurídico, pero un dictamen jurídico puede ser un punto de partida para el reconocimiento de ese acontecimiento en la vida del sujeto, contribuyendo por otra parte a la cancelación inmediata del delito y produciendo incidencias reales en el cuerpo. Todos estos elementos pueden abrir en cada persona, una por una, la posibilidad de comenzar un proceso de asunción de esa historia y de construcción de una nueva identificación “un nuevo acto psíquico que tendrá consecuencias incalculables”[9]

Quedan interrogantes planteados para seguir  abriendo surcos de trabajo en “…las fisuras filiatorias, presentes –de muy diverso modo– en las apropiaciones de niños y niñas ¿pueden suturarse?” como plantea Rousseaux en “Identidad, ¿una justa medida?«.

El nudo genocidio-filiación en cruce con el psicoanálisis nos pone a trabajar en torno a  cómo ir produciendo nuevas nominaciones. ¿Cómo replantear el concepto de identidad en términos psicoanalíticos, en casos con esta compejidad clínica, donde se cruzan cuestiones que exceden los actos íntimos y  del derecho?

En los fundamentos de nuestra investigación decíamos que “El legado remite a aquello que un sujeto asume como valor de transmisión y en ese sentido está ligado a un acto. La función paterna es siempre encarnada fallidamente. Sostiene el orden genealógico en la medida que esa función se responde por un deseo ya que es el padre simbólico quien ordena las filiaciones y transmite un legado en tanto el sujeto está enlazado al Otro. Restituir la identidad en sus múltiples e inesperados efectos, es restituir el sentido de dignidad al sujeto.”

En “La pasión por la escritura” Rousseaux refiere que “Las marcas que provocan los genocidios en nosotros, en cada uno, remiten a la categoría de lo imposible, ‘lo que no cesa de no escribirse’, causa  que llama, de modo necesario a ‘no cesar de escribir’, no cesar en el empeño de producir lecturas que sigan bordeando ese real, intentando dar lugar a la invención de nuevos nombres y lazos”. Esta acción, que es una decisión ética, nos coloca  en acto, enlazados a una comunidad, de intereses, de afectos, un Común que se construye paso a paso, con trabajo y deseo.

La producción y los recorridos de lectura compartidos, nos irán produciendo como sujetos implicados por la operación del deseo de constituir una memoria que anide en nuestra subjetividad, enlazada y recorriendo sus territorios clínicos. Nos reconocemos en distintos legados y discursos, teniendo como horizonte la in-disciplina como norte –tal como establecíamos en nuestro reciente texto sobre los fundamentos teóricos de TeCMe, y el grito ético del Nunca Más, que no cesa de escribirse.


 

[1] Texto producido por la coordinadora de la sección clínica de TeCMe, Alma Gutman, y aportes de Fabiana Rousseaux.

[2] Alicia Stolkiner “Justicia, Identidad y Memoria: La Justicia en los procesos de restitución de identidad de quienes fueron niños apropiados durante la dictadura” del libro Legado y Memorias. Debates sobre el futuro anterior, Fabiana Rousseaux compiladora, Tren en movimiento/TeCMe

[3] Según refiere F. Rousseaux en el libro Psicoanálisis: Identidad y transmisión, Centro de Atención por el derecho a la identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, Alicia Lo Giúdice, compiladora.

[4] Concepto extraído del libro El inestimable objeto de la transmisión: estudio sobre el principio genealógico en occidente, de Pierre Legendre

[5] Pensando Ulloa, Carlos Altschul y Beatriz Taber (compiladores), Libros del Zorzal. Se podrá encontrar la idea planteada en este texto, en torno a las teorizaciones sobre la ternura, de Fernando Ulloa.

[6] http://tecmered.com/investigacion-genocidio-y-filiacion-2

[7] Para este punto sugeriremos al final del texto una serie de links para ampliar esta lectura.

[8] Al respecto ver Rousseaux, F. http://tecmered.com/de-consistencia-a-conjetura-politicas-publicas-estado-sujeto-fabiana-rousseaux/

[9] Del  texto de Fabiana Rousseaux “El ADN nombra al padre del desaparecido” referenciado al final de este texto en bibliografía sugerida.


Sugerencias de lectura en nuestra página web sobre este tema

http://tecmered.com/es-posible-una-nueva-filiacion-despues-del-encuentro-con-el-psicoanalista/

http://tecmered.com/dialogo-con-mariana-dopazo/

http://tecmered.com/derecho-a-la-identidad-una-epopeya-de-abuelas-de-plaza-de-mayo/

http://tecmered.com/adn-nombra-al-padre-desaparecido/

http://tecmered.com/ex-hijas-genocidio-filiacion-transmision/

http://tecmered.com/auto-deslegados/

http://tecmered.com/estrago-parental-tortura-y-filiacion/

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