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Publicaciones

Notas sobre Pandemia y política

By 20 abril, 2020julio 28th, 2021No Comments

Javier Lifschitz (Rio de Janeiro, 1/4/2020)

 

1 – La cuarentena en nuestras casas incita a lecturas fantasmáticas y me atrapó Spinoza en el estante, el Spinoza de Deleuze, libro sobre el cual había trabajado duro, pero que se me perdió por algún lado. Y creo que he vuelto a él por la necesidad de cuerpo que Spinoza trae y que asocié con el actual distanciamiento social, radicalmente insólito, que estamos viviendo.

El libro era una cita para pensar el cuerpo y la ausencia del cuerpo, pero el choque de esta realidad tan dolorosa que están viviendo las favelas, con muchos menos recursos que nosotros para hacer frente a la situación, me llevó a temas más urgentes. Había marcado una frase en el libro que me parece muy apropiada para este momento que estamos viviendo en Brasil, en que el Presidente de la República nos dice que el virus es una gripecita más.

La frase marcada era sobre la cuestión del mal, un tema sobre el que se ha escrito tanto que hasta resulta difícil hacer un cuadro intelectual sobre el tema. Por eso me limito a la colocación que hace Deleuze en ese libro.

El mal siempre ha tenido dos formas: la desgracia y la maldad. El mal de los que sufren la situación y el mal de los malvados, y lo peculiar de la cuestión del mal es que los sujetos no son los mismos. Los que sufren y los malvados no son los mismos sujetos, porque si fuesen el mismo sujeto, el mal se destruiría a sí mismo.

El problema del mal, y esto tiene un claro referente de clase social, es que los malvados no son los que padecen el mal, no son los pobres desgraciados. Los malvados son «felices» y eso lo dijo el Marqués de Sade.

Casi toda la comitiva de confianza de Bolsonaro está con el virus, pero el maligno insiste, porque no es con él, porque obtiene gozo de eso. Los otros, los trabajadores informales, los millares que hacen changas, que salgan a trabajar y que se auto aniquilen y que la maldad continúe siendo.

Aún está la cuestión del mal que va contra sí mismo y que Safatle llamó “el estado suicida”[1], pero los empresarios, el capital, ya no están hermanados en ese goce, por lo menos eso es lo que parece.


[1] Vladimir Safatle, Bem-vindo ao Estado suicidário. Disponible en: https://jornalggn.com.br/blog/doney/bem-vindo-ao-estado-suicidario-por-vladimir-safatle-n-1-edicoes/

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