Mercedes Barros / María Marta Quintana
Resumen: En este ensayo proponemos una interpretación del pañuelo como artefacto político y sus desplazamientos más recientes: desde el pañuelo blanco de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, pasando por el verde de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, hasta el pañuelo celeste de los grupos antiderechos sexuales y (no) reproductivos. En particular, atendemos a las implicancias de esas derivas (contra)citacionales e intertextuales, en relación con una política de la calle y con las disputas en torno del derecho a la vida y los sentidos atribuidos a la maternidad, el parentesco y los roles sexo-genéricos, entre otras cuestiones.
Palabras clave: Activismo, género, derechos humanos, aborto, antiderechos
Introducción
En Argentina, hasta hace relativamente poco tiempo, la presencia del pañuelo en la política remitía (casi) sin solución de continuidad a la militancia de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Pues fueron ellas quienes transformaron un elemento de uso ordinario en un artefacto político excepcional; más precisamente, en un símbolo de la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia frente a los crímenes cometidos por la última dictadura cívico-militar. De ahí que la significancia del símbolo se haya tornado previsible, directa y acotada, como también sus efectos performativos: porque cuando esas mujeres comunes se colocan los pañuelos blancos sobre sus cabezas, no solo se transforman en Madres y Abuelas (con) mayúsculas, sino que además alteran el campo de la aparición. Sin embargo, en la escena política actual, caracterizada por un protagonismo decisivo de los movimientos de mujeres, feministas y de la disidencia sexual, los pañuelos se han multiplicado y sus significados se han vuelto menos precisos. El pañuelo que se lleva de un lado a otro (en carteras, mochilas, atado a la muñeca, en el pelo o el cuello) se desplaza fluidamente de una reivindicación a otra, aunque no por ello sin esfuerzo, tiñéndose de diferentes colores (verde, naranja, violeta) y alojando en su interior distintas inscripciones y expresiones de deseo. Y aun cuando sus efectos performativos –vinculados con el activismo de las Madres y Abuelas– no dejan de ser efectivos, sus significados se alteran y no cesan de proliferar en función de otras derivas reivindicativas.
En virtud de ello, aquí nos interesa detenernos en dicho artefacto y en los usos heterogéneos que lo atraviesan y reconfiguran en el presente político. Porque si bien los distintos pañuelos conviven y confluyen en un mismo escenario, su armonía es, en muchas ocasiones, aparente. Como argumentaremos más adelante, sus desplazamientos abren un espacio de intersección de múltiples temporalidades y textualidades, que traen al ruedo disputas de largo aliento en torno del derecho a la vida y los sentidos atribuidos a la maternidad, el parentesco y los roles sexo-genéricos. En este sentido, se trata de abordar el pañuelo como un significante flotante, que –en tanto se presenta como un elemento privilegiado– fija parcialmente su significado a la vez que denota un carácter disputado, fluctuante y polisémico (Laclau,1996). Y que, asimismo, en medio de la intertextualidad que rebasa toda posibilidad de fijación última de sentido, como artefacto –que pasa de mano en mano– se desplaza aunque cargando consigo los rastros y marcas de sus amarres pasados. Es decir, que en tanto símbolo sujeto a derivas (contra)citacionales, su historicidad es movilizada –torcida, desviada– pero no erradicada, y es en virtud de los incesantes efectos performativos de sus marcas constitutivas, que el pañuelo-símbolo es todavía capaz de circular apasionadamente y ser investido con ímpetus de lucha diferentes e incluso, contradictorias.
En lo que sigue, entonces, en primer lugar nos detenemos en las implicancias y efectos sexo-genéricos de la irrupción callejera de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y en la condensación de esa performatividad –discursiva y corporal– en el símbolo del pañuelo blanco. En segundo lugar, atendemos a un desplazamiento crucial de este símbolo en el marco de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito; y, finalmente, a una deriva más reciente, incómoda, y por ahora menos pensada: el pañuelo celeste de la militancia antiderechos (al aborto, la libertad sexual, la identidad de género). De este modo esperamos mostrar cómo esa citacionalidad e intertextualidad[1] dan cuenta de la afectividad y arraigo popular de una prenda que se ha transformado en un artefacto político codiciado de nuestro tiempo.
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- *Este texto fue publicado en MILLCAYAC – Revista Digital de Ciencias Sociales / Vol. VII / N° 12 / marzo 2020 – agosto 2020.
ISSN 2362-616x. (pp. 175-188). SIPUC. FCPyS. UNCuyo. Mendoza.
[1] Cabe explicitar que nuestro abordaje se inscribe en las teorías políticas del discurso (Butler, 1997; Laclau y Mouffe, 1985). En este sentido, ambas nociones son relevantes para comprender los desplazamientos y derivas del pañuelo blanco. Con el concepto de citacionalidad aludimos al funcionamiento de la performatividad en términos de repetición y desvío de convenciones de autoridad ya existentes. Y por intertextualidad entendemos la relación constitutiva que se establece entre discursos socialmente disponibles.