Eduardo Ojeda*
En el prólogo de este libro, el destacado psicoanalista y ensayista Jorge Alemán señala que el testimonio de un genocidio pretende “dar cuenta del horror”, sabiendo de antemano que hay algo en el horror que es irrepresentable, que escapa a las posibilidades del lenguaje. El testimonio, sin embargo, se despliega entre esa imposibilidad y la necesidad humana de contar, de transmitir, de proyectarle un destino a la memoria.
La compilación de trabajos sobre los territorios, escrituras y destinos de la memoria que Fabiana Rousseaux y Stella Segado nos presentan, es una perspectiva interdisciplinaria que incluye el Psicoanálisis, la filosofía, el derecho y la fuerza irremplazable del testimonio. Se trata de un texto que nos interpela a reflexionar sobre nuestro pasado reciente y sobre el derecho inalienable de darle sentido a nuestro tiempo. En esa dirección, deseo recordar un momento histórico clave con relación a las políticas de Estado en materia de Derechos Humanos y de las políticas de la memoria: me refiero al discurso del presidente Néstor Kirchner, cuando el 24 de Marzo de 2004 en la ESMA, afirmó: “En nombre del Estado, vengo a pedir perdón”, En ese acto se formalizaba la creación de un museo de la memoria, en el mismo lugar donde se había perpetrado el horror.
Quiero recordar ese momento, a modo de homenaje, y porque el Estado tiene una responsabilidad indelegable en las políticas de memoria y de garantía de los Derechos Humanos. El Estado democrático, como señala Fabiana Rousseaux en este texto, es aquel capaz de dar respuestas responsables, y ese momento fue emblemático en la asunción de la responsabilidad del Estado por los crímenes cometidos durante la última dictadura cívico militar.
Se hace imperiosa, afirma Silvia Delfino, la “necesidad de instalar un debate público acerca de las consecuencias del terror de Estado no como hechos del pasado, ni como un problema de las víctimas, sino de toda la sociedad en el presente.”. Se hace imperioso el debate hoy, cuando, hay que resistir las estrategias negacionistas instaladas en Argentina desde diciembre de 2015. Hoy, cuando el negacionismo se propaga por boca de funcionarios públicos o por los medios de comunicación dominantes, de enorme influencia en la construcción de sentido común. El negacionismo, debe ser dicho una vez más, abre las puertas del terror, abre en la cultura la posibilidad de que el terror se repita, interviene en un sentido proclive a los discursos y las políticas genocidas. No es casual que el busto en homenaje a Néstor Kirchner en nuestra ciudad y la placa que recuerda a los desaparecidos uruguayenses hayan sido ambos vandalizados. De los discursos del odio y del negacionismo, se siguen inexorablemente esos efectos y afectos destructivos.
Se abre entonces la pregunta inquietante que nos formula Fabiana Rousseaux:
“¿Qué puede suceder cuando luego de este recorrido el Estado vuelve a decir que no tiene nada que ver con eso, que no reconoce ni siquiera que eso sea un problema y que no está obligado a dar cuenta de ello?”
Es que la “pesada herencia”, observa Fabiana, en una aguda interpretación de la retórica gubernamental, es en realidad la pesada herencia de la memoria, de la que el poder no puede sino renegar. Porque las políticas económicas neoliberales que se aplican hoy en nuestro país, hermanas gemelas de las políticas que se aplicaron bajo la dictadura, nos quieren sin memoria, sin política, sin educación pública de excelencia, sin salud pública, sin derechos, en un estado de distracción fatal respecto de lo que nos pasa y nos atraviesa como sociedad. Se trata de las mismas políticas de la “miseria planificada”, que denunciara Rodolfo Walsh en su célebre Carta Abierta.
Uno de los capítulos más apasionantes de este libro refiere a quienes apelaron a la justicia para cambiarse el apellido de sus progenitores genocidas “a partir de las marcas que el terror dejó en la construcción de sus identidades.” Lo que Mariana Dopazo define como un “acto inédito a ´posteriori”, y que llevó treinta años de su vida el poder elaborar. Y que ello suceda, señala Fabiana, cuando el propio Estado se encuentra alentando políticas de impunidad es algo que debe ser pensado y hoy también tendremos una ocasión privilegiada para esa reflexión.
El Psicoanálisis, este libro es prueba de ello, tiene mucho para hacernos pensar sobre la coyuntura política actual en su dimensión subjetiva y sobre los lazos sociales en tiempos de neoliberalismo, cuando se quiere que el sujeto sea reducido a mero individuo, sin historia, sin política y finalmente, sin humanidad. Quisiera dejar aquí una primera pregunta para compartir en esta mesa, con la presencia de dos psicoanalistas. La pregunta que me formulo y quiero compartir con ustedes es por el destino de la memoria ligada a un proyecto de emancipación, a un futuro distinto al que nos propone este capitalismo neoliberal globalizado, que se presenta como pensamiento único y. por lo tanto, como negación radical de todo pensamiento.
Para concluir, en coincidencia con las palabras de la abogada y militante por los derechos humanos Elizabeth Gómez Alcorta: es cierto, se hace cada vez más difícil sostener la memoria, la verdad y la justicia porque ello ha dejado de ser una política del estado nacional en nuestro país. Por eso mismo es de celebrar que el gobierno provincial y el gobierno municipal contradigan ese oscuro camino, y nos encontremos hoy en esta sala contenidos por el lazo social que un Estado democrático debe promover y proteger, para seguir reflexionando, dialogando, despertando a la memoria, enfrentando el negacionismo, con el coraje de la verdad, demandando justicia.
*Profesor de Filosofía / Docente de la Cátedra de DDHH de la Facultad de Humanidades de la UADER/ Integrante de la Comisión Memoria, Verdad y Justicia de Concepción del Uruguay (Entre Ríos)