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¿Por qué lo clínico?

Resumen reunión del 23 de noviembre de 2019

By 16 diciembre, 2019julio 9th, 2021No Comments

Se trabaja sobre el texto: “Identidad: una justa medida?” de Fabiana Rousseaux, publicado en el libro Psicoanálisis, Identidad y Transmisión (compilado por Alicia Lo Giúdice), del  Centro por del derecho a la identidad de Abuelas de Plaza de Mayo.

Se conversa sobre  la apropiación, donde se produce una verdadera supresión genealógica. En la apropiación no hay transmisión, no hay lugar al equívoco.

“Si la filiación se sostiene en la transmisión de tres generaciones y en la articulación del deseo de la madre y el nombre del padre, ¿qué tipo de transmisión puede darse en la apropiación? En la transmisión se juega un nombre y una imagen. Se trata de la transmisión de un enigma a descifrar. Aquí, al imponerse una verdadera supresión genealógica, que trastoca el impacto estructurante de la filiación simbólica –y teniendo en cuenta las coordenadas particulares que envuelven estos casos–, mi hipótesis es que el efecto de la transmisión falla. La literalidad trágica de esa supresión, pone seriamente en cuestión la posibilidad de transmisión, porque esa literalidad dificulta la construcción del enigma, quedando más del lado de la certeza con su consecuente renegación.” (extraído de http://tecmered.com/identidad-una-justa-medida/)

¿Qué es un padre?  Cuando alguien dice “Soy tu padre”, esto toma un valor de acto, es un decir sostenido por un deseo, es del orden del lenguaje. Además no es sin la dimensión de la inscripción en lo público. La inscripción incluye al sujeto en un relato genealógico y en un linaje.

“En el derecho romano, el Pater es quien se autodesigna como padre de un hijo por adopción, al alzarlo en sus brazos; por lo tanto la filiación biológica (genitor) apenas es considerada si ésta no es seguida por un gesto o una palabra que demuestre –que el padre “consiente públicamente” en tomar a ese hijo como tal. De ese ritual se deriva la posibilidad de mando del padre en la familia y la sucesión donde se juega una doble transmisión: sangre (semejanza) y nombre”.

El deseo de un padre entraña en sí una dimensión de lo imposible, ya que la función del padre toca ése lugar. La pregunta ¿qué es un padre? como bien situó Lacan en el seminario de Las Psicosis, es imposible de responder, nunca se está a la altura de la función.

“A la pregunta “¿qué es el padre?” Freud responde “es el padre muerto”; Padre simbólico, para Lacan, que es una función siempre encarnada fallidamente. Es un eje ficticio encargado del sostenimiento del orden genealógico. En definitiva esta pregunta se responde por un deseo: “Soy tu padre”. El padre simbólico es el que ordena las filiaciones, ofrece el linaje, transmite una herencia.  El padre como función significa que hay en juego una lógica y un lugar donde el Sujeto está enlazado al Otro.”

En la asunción de la parentalidad hay una renuncia a la pulsión de apoderamiento.

“Vemos entonces que aquello que constituye la paternidad sobre un hijo/a debe estar ligado a algún modo de ritualidad que haga público ese acto, pero además donde el padre y la familia puedan ofrendar un sacrificio, es decir entregar algo como gesto de renuncia.

Tal como planteaba Fernando Ulloa, en torno a estos casos, se trata de una renuncia a la pulsión de apoderamiento de estos niños/as.”

Se conversa sobre la función materna y la pregunta por “lo salomónico” como renuncia, que lejos de implicar una renuncia al deseo por el hijo, plantea a la inversa un límite al deseo materno .

En relación al caso clínico del artículo que se trabajó -se trata de una madre que busca a su hijo, apropiado por el terrorismo de estado cuando sólo tenía 20 días de vida- se habla sobre las marcas y surgen algunos interrogantes referidos a este caso: cuáles serían las “marcas” del deseo materno en un hijo que den cuenta de que ese hijo es de esa madre y no de otra?  de qué se trata  un hijo propio? Hay algún lugar “corporal”  en donde podrían encontrarse ésas marcas? Tendrá que ver con haberlo amamantado? Preguntas que surgen en el caso clínico y de donde devienen  todas las culpabilizaciones. La huella en su estatuto de borramiento, de orden significante y como necesidad de buscar una identidad que asiente en algo real (por ej el estatuto de la voz del hijo, se puede reconocer esa voz nunca escuchada?)

En los avatares singulares de este caso, y su recorrido analítico, se vislumbra, según la analista, una particular inscripción del deseo de un padre. Ella se pregunta qué será de la transmisión, cuando su hijo decida ser padre…qué de un padre? Qué es para ella? Y para ese hijo?

Para que pueda haber  transmisión tiene que haber operado la castración, esto implica que tiene que estar la dimensión de la falta en el sujeto que encarna la madre, algo del orden deseante que abra lugar al enigma, al equívoco.  No siempre está posibilitado esto en situaciones trágicas en contextos de Terror de Estado. Esta pregunta toca algo de esta cuestión:

“Ahora bien, las fisuras filiatorias, presentes –de muy diverso modo– en las apropiaciones de niños y niñas ¿pueden suturarse?” (del texto “Identidad, una justa medida?”)

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